Por Mario Alberto Estrella.- Sin duda estamos presenciando el ocaso de una era… sí estás escuchando mi voz, llegaste hasta aquí, has sido testigo del año más importante en la historia moderna de la humanidad, sin embargo es hora de abrocharse los cinturones, porque ahora es cuando este cuento se torna interesante.
Tal vez los dramáticos incendios en California y Australia o las plagas de langostas que inauguraron el 2020 no fueron una suficiente llamada de atención para que pudiéramos anticipar la clase de año que se venía sobre nosotros.
Tras nueve meses de quédate en tu casa la pandemia está a punto de dar a luz. Sus frutos los podemos percibir por todos lados, la maquinaria de imprimir billetes no ha parado, ni pretende hacerlo hasta que el dólar reviente en una burbuja hiperinflacionaria que terminará por arrasar con la economía del mundo.
El 2021 promete ser un año por demás interesante y si atendemos las primeras señales, seguramente un personaje barbado y con cuernos sentado en la butaca de la presidenta de la cámara de representantes de los Estados Unidos no es un gran augurio.
Si a esto le sumamos una serie de misteriosos apagones al rededor del mundo, el rumor de la desaparición del Papa y hasta la destitución del presidente de los Estados Unidos, 2021 promete ser un año inolvidable.
Durante 2020 fueron puestos a prueba los límites de la razón y la inteligencia, entre idiotas que se inyectaron Cloralex por hacerle caso a otros idiotas y los miles que se pelearon en Costco por el último rollo de papel sanitario.
Cual vil rebaño fuimos empujados a vivir una vida donde el mayor acto de rebeldía se convirtió en abrazar a la abuela. Con reuniones familiares vía Zoom y eventos masivos vía Facebook live, fuimos llevados a tambor batiente a la nueva era, una especie de Neo Tecno feudalismo, en el que cualquiera puede ser desconectado y anulado a la menor provocación.
En un abrir y cerrar de ojos se acabó la democracia, esa efímera quimera que tanto nos costó y que tan poco disfrutamos ha sido reemplazada de facto, por una pequeña pandilla de ricachones armados de feroces algoritmos. En breve el mundo civilizado será convertido en la Argentina de los 80’s y 90’s pero sin “Música ligera”.
Hoy gracias a la plandemia, hemos sido obligados a vivir nuestras vidas a través de las redes sociales, quienes a su vez han hecho de nuestra privacidad una mercadería más, hoy se nos observa meticulosamente. Vigilan que miramos, cuánto tiempo lo hacemos y cómo reaccionamos, luego nuestras más íntimas reacciones son vendidas al mejor postor, hoy tus “ola que ase” en What’s app son propiedad de Facebook y pueden ser subastados al mejor postor junto con todos tus “nudes”.
Estamos presenciando la inauguración de esa distopía de trajes beige y gente sin emociones que tanto hemos visto en las películas de ciencia ficción del pasado, una sociedad colmena donde el individuo quedará supeditado a la voluntad del colectivo. Todos sometidos a los Términos de Servicio so pena de ser borrados permanentemente.
Con el pretexto del calentamiento global dejaremos poco a poco hasta de comer carne, según nuestro autoproclamado Líder Supremo Klaus Schwab. No tendremos nada y seremos felices asegura el megalómano filántropo.
El tan anunciado Gran Reseteo ya ha comenzado, ahora los valores que construyeron Occidente serán puestos a prueba hasta el límite. Advierte el Foro Económico Mundial.