Especial.- “Estamos en Tijuana de tiempo completo”, señaló Jaime Bonilla durante su conferencia cotidiana al referir su estancia en su ciudad natal, a pesar de ser Mexicali la sede oficial del Poder Ejecutivo de Baja California.
De acuerdo a su agenda, el político tiene acaso dos actos públicos en Mexicali, por quincena.
Desde la época de los panistas Guadalupe Osuna y Kiko Vega, los funcionarios de su gabinete se trasladaban los lunes de Tijuana a Mexicali para permanecer hasta el jueves cuando regresaban a zona costa.
Ahora pasan la mayor parte del tiempo en Tijuana, una ciudad donde habita uno de cada dos electores bajacalifornianos y se comete la mitad de delitos y nueve de cada 10 asesinatos.
De hecho, la casa de gobierno no la habita Bonilla ante el anuncio de ser donada a la UABC para convertirse en la Casa del Estudiante.
Su residencia en Tijuana, la confirmó el propio empresario y político de Morena.
Con su tabla en mano, una pluma y un cuestionario, una empleada del Instituto Nacional de Estadística y Geografía —de los cuatro mil 500 que participan en Baja California—, lo entrevistó para iniciar el Censo de Población y Vivienda 2020.
En el acto protocolario estuvieron presentes el coordinador estatal del INEGI, Humberto Ibarra, el subdirector estatal de Informática y Promoción, Florencio Pérez, y la instructora de zona Tijuana, María Teresa Ruiz.
No era para menos pues a la vieja usanza, en cualquier arranque de actividades oficiales, se incluyó al gobernador.
Ahí, el 1 de marzo, para seguir el ritual de la campaña del Inegi basada en el “pregúntame”, Bonilla hizo referencia a su domicilio: boulevard Márquez León 1301, Zona del Río, Tijuana.
A los fronterizos, el nombre de la calle no les dice nada, a diferencia de New City, unas torres de lujo enclavadas a medio kilómetro del puerto fronterizo Tijuana-San Diego.