Por Mario Alberto Estrella.- Todos los que estábamos vivos el once de septiembre de 2001 sabemos exactamente donde estábamos a las 9 de la mañana.
Según el calendario Maya el mundo debería haberse acabado el 21 de diciembre de 2012, sin embargo, el nuestro terminó aquella mañana de septiembre, al menos el mundo que conocíamos hasta ese entonces.
Hoy el día en que perdimos la inocencia cumple su mayoría de edad. Han pasado 18 años desde que un puñado de desconocidos nos arrebataron la inocencia e hicieron añicos nuestra realidad, dando paso a un planeta gobernado por el miedo y la paranoia.
Los ataques del once de septiembre, fueron sin duda una monstruosidad, un insulto a la humanidad en general y un verdadero ataque a nuestra inteligencia.
Hace 18 años no sólo perdimos tres mil personas, cuatro aviones y tres edificios, perdimos la inocencia, la confianza en nuestros gobernantes y la libertad.
A través del miedo nos fue impuesta una legislación que vulnera todas nuestras libertades.
El llamado “Patriot Act” permite el espionaje y la detención indefinida de cualquier persona, incluso ciudadanos no estadounidenses, sin causa probable.
Luego de los atentados de las Torres Gemelas, George Bush dijo “Esta noche somos un país despertado por el miedo y llamados a defender la libertad”.
Sin embargo si algo perdimos ese día fue justamente nuestra libertad.
