Por Mario Alberto Estrella.- Una nación que vive pendiente de Aristemo no debiera opinar sobre su presidente… pero lo hace
Si no sabes quiénes son Aristemo, te felicito, has escapado a la maquinaria de lavado mental más chafa y a la vez sofisticada del planeta.
Tal vez el fenómeno Aristemo nos sirva para explicar el porque a siete meses de haber iniciado su mandato hay quienes públicamente se retractan de haber apoyado a Andrés Manuel en su camino a la presidencia.
Y es que, realmente es necesario tener un intelecto con capacidad diferenciada, por no decir otra cosa, para pretender que en siete meses se solucionen problemas que tienen seis, doce, 18 años o toda una vida existiendo.
Este país que aún cree en cuentos de hadas, pretende que un solo hombre cambie el destino de 130 millones de almas… aun en contra de su voluntad.
Luego de un año de la histórica votación del primero de julio aún hay quienes no se reponen de la victoria del tabasqueño y sueñan despiertos con una presidencia mal lograda, sin darse cuenta que si pierde López, pierde México… perdemos todos.
Sin embargo se mueve dijo Galileo.
Y es que en ocasiones, ser mexicano se asemeja mucho a ir en el asiento trasero de un auto piloteado por mister Magoo.
A ratos da la sensación de que no existe un plan claro, que se actúa al ahí se va o como dicen en el fútbol que se juega al pelotazo.
A nivel personal, Andrés Manuel ha tenido mi apoyo desde 2004 cuando la mayor desilusión de la patria, Vicente Fox, intentó desaforarlo, 15 años después sigue contando con él, sin embargo eso no significa que esté de acuerdo con absolutamente todas sus decisiones y la mejor manera de ayudarlo a que cumpla su anhelo de pasar a la historia como el mejor presidente de México es cuestionarlo.
Cuando algo tan inaceptable como el regreso triunfal de los hermanos Salinas de Gortari a los negocios del Estado se hace presente, es necesario levantar la voz.
Es necesario más que nunca ser vigilantes y no permitir a ningún extraño enemigo profanar con sus plantas nuestro suelo.
Tal vez el mejor legado que nos pueda dejar Andrés Manuel, sea el olvidarnos un poquito de papá gobierno y finalmente convertirnos en una verdadera democracia participativa y vigilante.
