Por Mario Alberto Estrella.- Como especie hemos sido capaces de enviar a un hombre a la luna, explorar los confines más recónditos del universo, sin embargo a la hora de la verdad, miles de años de evolución quedan embarrados en el piso.
Así es como ante el pánico quedan en evidencia los años de condicionamiento social que hemos recibido a través del cine y la televisión.
Porque de acuerdo con alguna mente brillante si hemos de morir que sea con la cola limpia.
En este momento el miedo se ha convertido en una pandemia que se transmite sin contacto y lo hace a la velocidad del sonido.
Los medios de comunicación regurgitan sin cesar, el número de muertos, causados por un virus del que se sabe poco y se dice mucho. Lo principal es que el coronavirus mata… sólo al 1.4 por ciento de los contagiados, sin embargo estamos viviendo una encerrona de proporciones globales.
Lo que estamos presenciando no es sólo una pandemia, es una demolición controlada, prácticamente estamos viviendo el once de septiembre de 2001 una vez más.
Luego de 5 días de encierro te invito a que nos pongamos nuestros sombreros de papel aluminio y analicemos con atención los efectos de la pandemia.
Paraguay cumple 15 días en cuarentena sin que se haya confirmado una sola muerte por el Coronavirus. Sin embargo el país entero se encuentra en cuarentena total, sólo puedes salir de tu casa por razones de salud y para comprar alimentos. El ejército vigila las calles.
Al día de hoy los cielos están prácticamente vacíos, los vuelos internacionales han sido suspendidos casi en su totalidad y hay lugares donde se ha impuesto toque de queda.
Panamá luego del primer fallecimiento confirmado por Coronavirus decidió cerrar el aeropuerto más importante de Latino América por 30 días. ¿Un poco exagerado tal vez?
De nueva cuenta el Coronavirus es un resfriado mutante que sólo mata al 1.4 por ciento de las personas que lo contraen, las medidas que se están tomando son ridículamente desproporcionadas, al menos que los gobiernos sepan algo que no nos están contando.
De la noche a la mañana la humanidad entera ha sido confinada, por una enfermedad que actualmente ha infectado a 299,125 personas de las cuales 91,564 ya han recuperado su salud, nuevamente la enfermedad es mortal, pero sólo para el 1.4 por ciento de los contagiados, de los cuales en su mayoría se trata de ancianos o personas inmuno comprometidas.
En Italia uno de los países que supuestamente ha sido más afectado por la pandemia el 21 por ciento de sus habitantes son mayores de 65 años.
En España le han llamado la enfermedad mata viejos ya que el 80% de los fallecidos son personas de 60 años o más. Y de ellos el 75% tenían enfermedades previas, como diabetes o eran pacientes inmuno deprimidos.
Aquí, es donde la puerca torció el rabo: En 2012 el FMI alertó sobre “las implicaciones financieras potencialmente muy grandes del riesgo de longevidad; es decir, el riesgo de que la gente viva más de lo esperado”, incluso circulan versiones de que la entonces directora del Fondo Monetario Internacional, Christine Lagarde, afirmó que el gran mal de nuestra época, es que «Los ancianos viven demasiado y tenemos que hacer algo ya porque son un peligro para la economía».
Sin embargo esta cita no pudo ser corroborada, así que por más que le encantaría a nuestras mentes conspiranoicas aprovecharnos de este bulo, la realidad es que si lo dijo o no, la naturaleza sí, prestó mucha atención.
En primera instancia los fondos de pensiones se han convertido en una verdadera bomba de tiempo, curiosamente las víctimas favoritas del Coronavirus son personas mayores de 60 años.
No obstante, a estas alturas las mayores víctimas de la pandemia han sido las libertades civiles y la economía.
Estamos a un apagón de regresar a la edad media, sin dinero en efectivo, aislados y aterrorizados por la peste.
Parece que el escenario de las Torres Gemelas se repite, al igual que en aquel entonces, el miedo paralizó los aeropuertos, desplomó las bolsas y lanzó al mundo a la caza de un enemigo invisible.
Desde hace más de un año hemos estado anunciando que el sistema financiero global está viviendo sus últimas horas. Y este catarro ha sido tomado como la excusa perfecta para demoler el modelo financiero culpando a la naturaleza.
Ya el miércoles, Lagarde, hoy presidenta del Banco Central Europeo dijo que el BCE anunció un nuevo programa de compras de deuda por valor de hasta 750,000 millones de euros tras una reunión de urgencia en la que el banco central trató la situación crítica en los mercados por la crisis del coronavirus.
Llama la atención que Italia, el foco más peligroso actualmente de la pandemia, fue el primer país del G-7 en formar parte de la nueva ruta de la “Seda China”, el ambicioso proyecto de infraestructura que pretende conectar Europa, Oriente Medio y Asia.
A este dato podemos agregar que 114 de los principales bancos italianos están en quiebra. A estas alturas Italia está con un pie en el default económico y nada más oportuno que culpar a la naturaleza.
Por otro lado en días recientes el portavoz del ministerio de Relaciones Exteriores chino, Zhao Lijian afirmó a través de su cuenta de twitter que “Es posible que haya sido el ejército estadounidense el que trajo la epidemia a Wuhan”. “¡Estados Unidos debe ser transparente! ¡Y debe publicar sus datos! Estados Unidos nos debe una explicación”, agregó.
Por si faltaba algo, Estados Unidos está concentrando cerca de 27,500 soldados en Europa, el mayor desembarque de fuerzas estadounidenses en el continente en los últimos 25 años.
Por qué todos sabemos que las epidemias se combaten con fusiles y no con médicos.
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