Por Mario Alberto Estrella.- Finalmente el sábado decidimos llamar al compadre y decirle que se metiera la carne por el “refri”, ya que no le podíamos quedar mal a nuestro “commander in chief” que nos convocaba al centro de Tijuana a la marcha de los chorrocientos mil bad hombres.
Lo que originalmente se había planeado como “Un acto de unidad para defender la dignidad de México y en favor de la amistad con el pueblo de Estados Unidos” terminó siendo un festejo ya que gracias a los esfuerzos de nuestro canciller Marcelo Ebrard y las miles de veladoras que le prendimos a San Juditas, los aranceles que pretendía imponer el “Siñor Trump” quedaron suspendidos… por ahora.
Al acto acudimos todos, todos todos… La CROC, el SNTE el FSTSE, legisladores, gobernadores y hasta clérigos.
Llegó el lunes, los mercados celebraron, el peso respiró, recuperó 30 centavos, respecto a su cotización del viernes.
Las bolsas de todo el mundo, desde Tokio hasta Europa, se vieron beneficiadas de las negociaciones comerciales entre México y Estados Unidos para detener la imposición de aranceles.
Sin embargo, no pudimos evitar sentirnos como que nos hicieron el amor contra nuestra voluntad.
Entre otras cosas México aparte de comprometerse a comprar “grandes cantidades” de productos agrícolas, según el “Siñor Trump”, se comprometió a recibir unos ocho mil migrantes que actualmente esperan sea resuelto su proceso de asilo en los Estados Unidos, más los que se acumulen, mismos que se estima que para final de año, sean más de 60 mil almas procedentes de Guatemala, Honduras y El Salvador, principalmente.
Pero bueno, no hubo aranceles, con ello se salvaron cerca de un millón de empleos de acuerdo con Ebrard, y había que celebrar, lejos de irse a hacer la meme temprano, Andrés Manuel no tuvo mejor idea que aterrizar de sorpresa en una boda que se llevaba a cabo en el Hotel Lucerna de Tijuana, para tomarse la foto con los novios.
De toda esta tragicomedia nos quedan dos cosas que rescatar:
Andrés Manuel es un Rockstar que aun cuando pierde sale ganando y a Kiko… a Kiko no lo quieren ni en su casa.