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“Coronavirus, discriminación y resiliencia”

Por Marisa Barbosa Serrato/ HUMANA.- Primero que nada, me gustaría que supieran que este 2020 me sorprendió desde antes de que empezara. La mañana del 1 de enero me recibió en el hospital junto con una inyección debido a que no podía dejar de toser ni aunque mi vida dependiera de eso.  Recuerdo que a principios de año hablando en casa de unos amigos en uno de mis círculos sociales más cercanos, se burlaron de mi opinión sobre la situación del en ese entonces coronavirus y la situación en China, siendo todo tan lejos y tan fuera de nuestra realidad.

Debo confesar que siempre me sorprende cómo las personas que no están tan metidas en temas internacionales sienten que los eventos que pasan en otras partes del mundo están tan alejados de nosotros, o cómo nuestras acciones son tan ajenas a las realidades de ellos, diciéndole “ellos” al resto del mundo, aunque estemos en 2020 y puedas estar en tú cama viendo una transmisión en vivo de tú artista favorito, una conferencia de prensa o cómo el cohete de Elon Musk hace pruebas para una futura colonización de Marte. 

Me parece que en este momento uno no tiene que ser internacionalista o experto en política internacional para poder vislumbrar frente a sus narices como la realidad en todo el mundo está completamente interconectada y de formas sumamente complejas, tan complejas que literalmente un estornudo en China puede hacer tambalear desde la relación con tus amigos, tú dinámica familiar, tú matrimonio, el sistema local, nacional e internacional, hasta el posicionamiento de las criptomonedas y la economía global.

No es mi intención ser la abogada del diablo, pero confieso ser fiel creyente e incluso me he obligado a siempre ver en todas las situaciones de crisis o problemas el famoso “silver lining”, el lado positivo, y a título personal en esta ocasión si debo agradecerle al ahora covid-19, porque  ningún conflicto bélico, desvíos monstruosos de recursos, líneas mundiales de pederastia y trata de blancas, genocidios o limpiezas étnicas ni cracks económicos,  han logrado hacer que por un momento paremos en relativa sincronía estas dinámicas sociales a nivel mundial, dinámicas sociales e institucionales donde la brújula y la raíz de muchas de nuestras acciones individuales y colectivas son la generación y acumulación de mayor capital y todo lo que viene con ello.

Por primera vez nos estamos dando cuenta con golpes y sangre el hecho de que las fronteras territoriales, la nacionalidad y las diferencias ideológicas forman parte de concepciones mentales  y construcciones ideológicas (las cuales en este momento se están quedando cortas para poder enfrentar lo que vivimos actualmente, no tengamos duda de que esto es un antes y un después en la breve historia de la humanidad), pero que antes que eso somos seres humanos, animales realmente,  regidos por nuestra biología y anatomía. En este momento, el hecho o la idea de que exista un ente que no podemos ver, sentir, oler ni percibir,sea el mismo ente que  puede hacer  que terminemos dando nuestro último soplo de vida, es una de las  condiciones más jodidas que podemos imaginar… Solos y rechazados.

Tengo muchos meses sin escribir, pero lo que me inspiró para estar tecleando estas líneas con una fuerza mayor a la de siempre, una energía muy parecida al coraje y a la impotencia, es la forma en la que hemos estado reaccionando a esta nueva realidad. Debo decir que el ser humano nunca decepciona y siempre sorprende. 

Graves procesos de violaciones a derechos de las personas contagiadas en todas partes del mundo han sido el pan de cada día, desde cosas inimaginables como actos de odio racistas y xenofóbicos, ataques físicos, e incluso incendios de viviendas del personal de salud, han generado que existan ahora posiciones en donde ciudadanos se niegan a realizarse la prueba ya que temen, y desgraciadamente en muchos casos con fundamentos, el ser despedidos y rechazados por sus círculos sociales más cercanos, inclusive su núcleo familiar si el resultado fuera positivo. 

A lo cual yo me pregunto ¿Cómo es posible que sigamos siendo tan insensibles y tan indolentes a la situación real? ¿Cómo es posible que podamos ser tan incoherentes en un contexto en el que no podemos entendernos sin el “otro”? Es más, el mayor porcentaje de nuestras decisiones y acciones están vinculadas al “otro”,  pero al mismo tiempo el “otro” se ha convertido en el enemigo, en la amenaza latente a mi supervivencia y debido a eso prefiero soltar para sobrevivir aunque sea unos días, aunque sea sólo con mi celular y computadora, donde el miedo, la ignorancia  y el individualismo hacen que prefiera rechazar, atacar,  discriminar, temer al “otro” antes que mostrar algo de empatía, antes que apoyarnos. Necesitamos fusionar nuestras capacidades, recursos y activos para innovar en esta nueva realidad y poder ir transitándola paso a paso sin importar lo complicado de las condiciones que estamos viendo, que posiblemente empeoren como consecuencia de sí mismas. 

El día de hoy me tomo el tiempo y la energía de escribir este texto para hacer un verdadero llamado a quien sea que se tome el tiempo de leerme y apelar a su corazón. Este es un llamado al ser interior que sé y confío que todos seguimos teniendo, posiblemente muy mermado, muy lastimado, muy dormido, pero que secretamente y en este momento públicamente siempre he anhelado que siga manteniendo vivo su ritmo cardíaco dentro de cada uno de nosotros. 

Estos son los momentos donde tenemos que sacar las herramientas de resiliencia y solidaridad, no son momentos para rechazar y temer, al contrario, son momentos de abrazarnos de todas las formas en las que todavía esta porquería de virus nos posibilite hacer, es momento de generar nuestras redes iniciando con los más cercanos para fortalecernos como familia, vecindario, comunidad y especie.

Es momento de darnos cuenta y hacernos cargo de que somos total y completamente responsables de lo que pasa y hacemos en nuestra casa, en nuestro vecindario, en nuestra ciudad, en nuestro país y si, en todo el mundo. Ya basta de creer que los responsables son los que están en los puestos de poder, los responsables somos tú, yo, nosotros, todos. 

Dentro de esta pandemia podemos observar cómo los intereses particulares y de las elites de poder siguen siendo la prioridad, aún en esta situación las agendas políticas siguen el mismo rumbo como si nada hubiera cambiado, o  peor aún, son tan despiadados que están utilizando esta situación para generar una mayor concentración de poder, de capital, despojo de tierras, retroceso en derechos civiles  y derechos humanos, inclusive haciendo campañas electorales.  Es por esto que la organización civil es fundamental, es nuestra piedra filosofal, es lo único que nos podrá hacer navegar en estas aguas en medio de esta gran tormenta.  Ahora este texto no es nada más para hacer catarsis, aquí van unas pequeñas acciones que todos podemos tomar para lograr hacer alguna diferencia, y como no existe algo más desesperanzador que creer que no podemos hacer nada al respecto, lo primero que tienes que hacer es borrarte esa idea de la cabeza.  Hay un montón de cosas que podemos llevar a cabo, como por ejemplo las siguientes:
CUIDATE, hasta que se encuentre una vacuna o algo parecido necesitas ser responsable de tu persona y acatar las medidas necesarias, si algún conocido es positivo, ayúdale, llévale el super, checa cómo se siente anímicamente, facilita su cuarentena de cualquier forma, no lo discrimines ni excluyas, no viralices su situación a menos de que eso sea para ayudarle realmente; INFORMATE sobre las políticas públicas y los protocolos que se estén implementando en tú ciudad, los gobiernos locales son claves, y confía en mí cuando te digo que serán aún más relevantes en la toma de decisiones sobre tu vida y la de tu familia; INVÓLUCRATE en temas que te interesen de manera individual pero que a la vez sean temas públicos también, aprópiate de tu ciudad, pero de una forma realmente responsable; ASESORATE con especialistas, no con las opiniones de tus contactos en Facebook; CONSUME LOCAL, y que  el poco dinero que se tiene,  se quede en tu ciudad y en tu región: Cuando tu vecino se fortalece, tú te fortaleces; MANTEN TUS VINCULOS  activos, incluso fomenta aún más pero siempre siendo responsable; GENERA una nueva  relación con la naturaleza y con las personas que sean más importantes en tu vida, come sano, medita o haz lo que sea que te mantenga en estados de paz, esa es la verdadera meta, y siempre que tengas la oportunidad de ayudar a alguien hazlo porque así cuando tú lo necesites habrá alguien que de igual manera te ayudará, organízate y organiza, si no ayudas no estorbes, todos tenemos diferentes intereses, funciones y capacidades, hagamos lo que nos toca a cada uno, y por último, no te olvides de respirar que todo pasa y no pasa nada.

Marisa Barbosa Serrato

Licenciada en Relaciones Comerciales Internacionales, estudió el Máster de Ciencias Políticas y Sociología en FLACSO Buenos Aires. Fungió como Coordinadora de Asuntos Internacionales y actualmente lleva el Departamento de Gestión UNESCO de la ciudad de Morelia. Tallerista, docente y fiel apasionada por las Relaciones Internacionales.

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